martes, 15 de octubre de 2013

La Historia está llena de Futuro: Un encuentro con el profesor Cuauhtémoc Amezcua Dromundo

Por: Alejandro Toro



El viernes tres de octubre acordamos una cita con el presidente del Partido Popular Socialista de México, el profesor Cuauhtemoc Amezcua Dromundo en la capital del país azteca para continuar reconstruyendo el rompecabezas de la paz de nuestro país, el sitio elegido fue el restaurante Samborns en la larga avenida Insurgentes. Debo confesar que llegué un poco más tarde de lo acordado, pero este retraso estuvo ligado a las impresionantes distancias que puede representar atravesar una ciudad, que integrada al área conurbana o zona metropolitana del Valle de México, agrupa la impactante cantidad de 21 millones de habitantes, la tercera aglomeración urbana más grande del mundo. 

Una hora y un cuarto en taxi entre trancones y charlas con el conductor sobre la inversión de mega minería canadiense en el país y la inmensa manifestación del dos de octubre en la que estuve presente el día anterior, finalizaron con el grato encuentro programado.

El profesor, que así lo llamaré por su capacidad de hacer las fechas, lugares y nombres un afable momento de aprendizaje, me recibió de manera respetuosa abriendo la charla con la explicación histórica del lugar, el restaurante y café "Samborns", me dijo, es una gran cadena comercial del magnate Slim, pero el primer restaurante de la cadena, llamado de los Azulejos data de unos cien años atrás y en él cenaron Zapata y Villa, desde ese momento supe que el encuentro sería muy interesante.

Carlos Slim fue el primer punto en común, pues sus tentáculos abrazan toda américa y Colombia es uno de sus bastiones, luego vino Pancho Villa, de quien actualmente leo una biografía de Paco Ignacio Taibo y de allí en adelante un interesante compartir de la realidad mexicana actual y su contexto histórico, un recorrido sin costuras por las luchas de todos los pueblos de la américa y la necesaria organización de gremios, partidos y movimientos como el primer paso táctico para el objetivo estratégico, como él mismo lo expresara en una visión metódica y pragmática de los asuntos políticos, que demostraba conocer a la perfección. 

La entrevista formal sobre el tema de Colombia, la mesa de conversaciones, la defensa, la organización gremial, marchas y sobre todo un mensaje de esperanza lo realizamos en el parque de la Bombilla en el que se erige un imponente monumento al general Álvaro Obregón, realizado por el escultor mexicano Ignacio Asúnsolo en 1935. El profesor de nuevo me sorprendió con sus conocimientos históricos y me relató pasajes de la vida del expresidente Obregón, un sonorense que venció al mismísimo Pancho Villa en la batalla de Celaya, en la que perdió uno de sus brazos por una bala de cañón, disparada por un culto y preparado artillero que contrastaba con la doxa formación del general Villa. El brazo cercenado en el fragor de la batalla, me dijo, reposa en este monumento construido en el mismo lugar donde fuera asesinado en 1928, un restaurante llamado la Bombilla, por un fanático católico que se hizo pasar por reportero dibujante y al que un sacerdote le bendijo el arma homicida.

Personalmente me impactó mucho la anécdota, salida como de un cuento de realismo mágico y no pude evitar pensar, que en un país donde podía la historia ser tan especialmente colorida, triste y esperanzadora, se sentirían los escritores muy a gusto y suspiré al imaginar que aquí le contarían esas anécdotas a Álvaro Mutis o las leería sentado en una de aquellas bancas Fernando Vallejo, pero principalmente sentí que Gabo rondaba en algún lado aquella mega ciudad con su Remedios la Bella y los pescaditos de oro del general Aureliano Buendía pensando en escribir la historia del presidente manco, apodado el general invencible que dicen algunos, mandó a matar una monja.

La entrevista se realizó sin contratiempos con la disponibilidad y amabilidad característica de los mexicanos y un conocimiento de la realidad colombiana sin el envenenamiento mediático que tenemos en el país, pero con el eco aun de sus palabras conocedoras del precio de una revolución, como la de su México entre 1910 y 1917 que costó un millón de vidas cuando México contaba con 15 millones de habitantes. 

Finalizamos el encuentro con un apretón de manos luego de la a exposición didáctica pero supremamente profunda "del profe" y mi deseo de retenerlo un par de años más en ese parque para que me contara la historia del futuro, porque al estar con un personaje como el profesor Cuauhtémoc le queda a uno la impresión de que la historia está llena de futuro y él podía leer a través de las decisiones que tomaban los pueblos en el presente hacia donde se inclinaría el porvenir como en los laberintos borgianos.

Queda el sinsabor de un tiempo muy corto para conocer otras facetas de su vida que unen las luchas populares, el trabajo organizativo y político con el hombre académico, investigador, sus gustos literarios, musicales y las aventuras y desventuras de sus muchos viajes. 

Quedamos atentos para conocer algún día sus memorias escritas y sus diálogos con personajes de la historia colombiana que necesitan ser reinterpretados para devolverles el brillo que merecen, ese sería un gran regalo para nuestro país. Mientras tanto, esperamos compartir pronto la entrevista y los textos de este encuentro, que serán publicados el próximo año y que puedan, como yo lo hice, disfrutar de la historia opinada, el presente analizado y el futuro soñado.

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